Reseña de Masky: agárrense de las manos


Título: Masky
Fecha de publicación: 2016
Desarrollador: Digital Melody Games
País: Polonia
Editor: Forever Entertainment S.A.
Idioma: Inglés
Plataformas: iOS, tvOS, Android, Steam (Linux, MacOS y Windows y Nintendo Switch.
Modo de juego: Un jugador / Multijugador
Precio estimado (en Steam): ARS$ 13,99 (ARS$ 6,99 con ofertas).



Todas las personas, en algún momento de sus vidas, fueron invitadas a una fiesta con disfraces. Ante tal ocasión, generalmente llega el pánico de no saber qué ropa o prenda usar. La necesidad de estar cómodo y de no invertir demasiado, convierte a la máscara en una gran opción. No importa la edad ni el género, este elemento de cotillón es tán versatil, que permite que tanto niños como adultos lo utilicen para divertirse y olvidarse de los problemas de la cotidianiedad por un rato.

Claramente no se trata de una reseña sobre máscaras, pero este elemento resulta importante para entender Masky, el juego desarrollado por Digital Melody Games en 2016 (Timberman, Surfingers). Una compañía encabezada por cuatro amigos polacos que decidieron crearlo, tras recibir una comisión en una game jam. En un plazo de 48 horas, el juego ya estaba listo. Sin embargo, los autores decidieron pulirlo y agregaron nuevos escenarios y disfraces.

La esencia de su origen forma parte de la premisa de Masky: la espontaneidad del contexto invita a reunirse y disfrutar. La obra le quita peso a lo individual y se lo da a lo colectivo. Las máscaras, ese elemento que se mencionó al inicio, es la excusa para dejar de lado las singularidades y unirse al frenesí de la danza. Se trata de una especie de secta, de cual se sabe poco y nada, salvo que la música es lo único que los impulsa a moverse. 





El objetivo es sencillo: elegimos una máscara y reclutamos gente para unirse a nuestra hilera de baile. A medida que las personas se incorporan, el protagonista comienza a perder el equilibrio. Dependerá del jugador lograr el balance justo para incorporar a 10 individuos y así acceder a nuevos mapas (tan diferentes como curiosos). La dificultad es elevada y se complejiza con el correr del tiempo. Los nuevos bailarines, en algunas ocasiones, modifican brevemente la jugabilidad. Mientras más se avance, más puntos se obtienen para desbloquear nuevas máscaras.

En un entorno oscuro, pero iluminado por neones, el jugador se deja llevar por el ritmo de un sonido envolvente y que remite a lo lúgubre de Everybody de los Backstreet Boys. Sin letras y con cierta monotonía, el tempo se acelera a medida que la dificultad aumenta. La decisión aumenta la tensión y empuja al protagonista a tomar decisiones acertadas, para no caerse.


Lo bueno y lo malo

Lo más destacable de Masky es su originalidad y su estética. Los neones y las máscaras chamánicas transmiten un halo de misticismo y encanto. Hay que recordar que el juego se desarrolló en 48 horas y que fue tiempo más que suficiente para plantear un desafío interesante. También hay que señalar que los desarrolladores aputaron al mercado móvil y se nota. Por su módico precio, se trata de una experiencia casual para competir con otras personas y divertirse.

Si sus virtudes radican en lo colectivo, sus falencias recaen en lo individual. El modo de un jugador es estéril y no ofrece desafío alguno, más allá de la dificultad y los logros. Ante la ausencia de lore o de una historia particular (en pos de lo grupal), el protagonista oscila entre mundo diversos, pero que no tienen relación alguna entre si. El placer del baile pasa a convertirse en una tortura sin fin. Un dolor que la máscara no deja ver.

 




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